Hoy me han contado la historia de Zizi, a colación del episodio de ayer con su arrendador filipino que se ha saldado con la rotura del brazo a la mujer de Zizi y todas sus pertenecías, sino destrozadas, tiradas en la calle. Hasta que no encuentre casa, no volverá al trabajo. Corre el peligro de tener que dormir en la calle, de nuevo.
Me lo ha contado James, que mañana se examina del carnet de conducir tras cumplir los años de condena que le ocasionaron la pérdida del mismo. Una historia espeluznante.
En una ocasión, escuché que el que tiene problemas es que los provoca.
Pienso, en ocasiones, cuanto somos nosotros los peores enemigos de nosotros mismos.
Historias negras que habitan en una ciudad de realidades crueles.
Leo un artículo escrito por Pierre Gagnaire sobre River Café. Describe el ambiente como familiar, amigable, ordenado, bien presentado. Destaca los materiales, la luz natural. Todo esto le consigue dejar relajado. Habla de los platos como frescos, bien sazonados, ricos. De textura firme, de sabor. El punto de cocción. De cremosidades, de hojaldres crujientes.
Tengo pendiente de ver el documental “The end of the line” en el que vaticinan que los recursos marinos se agotan.
lunes, 26 de octubre de 2009
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