domingo, 20 de julio de 2008

Salteñas.

Mucho se ha discutido acerca del origen y propiedad de la “empanada”, sin embargo, la historia, que siempre sitúa a cada uno en su lugar, nos muestra al pueblo con sus gentes humildes quienes han mantenido, desarrollado y expandido este preciado cofre que guarda en su interior la esencia del sabor y la tradición.

Referencias de ella ya se encontraron en Persia varios siglos antes de Cristo. Estaban en Grecia, viajaron por el mundo árabe, se acomodaron en España, e incluso al sur de Inglaterra poseen su propia versión.

Es Latinoamérica quien otorga su mejor cuidado. La Salteña boliviana es de los mejores ejemplos de ello, como su nombre femenino indica, el origen se asigna a una mujer, que a principios del siglo pasado, victima del exilio argentino y sumidos en la extrema pobreza, consigue en Tarija (al sur de Bolivia) sacar adelante su familia haciendo de la empanada un alimento en el sentido mas puro de la existencia.

Dos componentes forman la Salteña: la masa y su relleno. La primera, fina y delicada, no se encuentra una receta concreta, cada uno le aplica su secreto para hacerla mas apetitosa. Sus ingredientes principales: harina, manteca, huevos, azúcar, agua y ají colorado son trabajados hasta conseguir bolitas que reposaran para su leve fermentación. El segundo, el relleno o jigote, cuenta con el pollo o la carne como elemento principal, y son elaborados en un guiso donde les acompañan patatas, verduras como la cebolla y el guisante, especias como el comino, hierbas como el perejil mas aceitunas, pasas….que alcanzaran su consistencia en el reposo de la noche anterior.

A la mañana, con la masa se realizan discos ovalados, se introduce el relleno, y se sella el exterior del disco en un sutil movimiento de dedos que acompaña la sonrisa alegre del rostro moreno. Tras una leve caricia con huevo, queda lista para hornear a alta temperatura y a corto tiempo hasta conseguir un bonito color dorado.

La forma de comerla delata la pericia del comensal. Su origen sencillo y modesto invita a comerlas con la mano, desde la punta dando pequeñas mordidas en un giro circular. El principiante, necesitará de plato y cubierto para no acabar empapado por el jigote interior.

Dado que el hambre y la necesidad no sabían de horarios, cualquier momento era oportuno para tomar una salteña. Como desayuno, almuerzo o cena es buena ocasión de compartir la incertidumbre del primer bocado, saciar el hambre y llenar el espíritu…….A mi me pones otra, Por favor!!

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