Raclette se denomina a un queso de vaca originario de Valais en Suiza.
En la manera tradicional y óptima de comerlo se calienta lentamente para que vaya fundiéndose en una vistosa crema densa que napará unas patatas asadas, unos pepinillos y unas cebolletas.
El chasquear de su sonido al gratinar, los aromas lácteos que desprende y la untuosa textura burbujeante que emerge al fundirse embelesa los sentidos.
Al contacto templado con el paladar unos toques salados dominan dentro de una armonía de sabores lechosos que combinan en perfecto maridaje con la acidez de pepinillos y cebolletas.
El otro día hubo la oportunidad de verlo y catarlo en uno de mis rincones favoritos del pueblo.
Buuuaaa!! Hay dos cosas que cada vez me gustan más: La tradición y que me lo vendan.
Como todo, tendrá su motivo; pensaré sobre ello…
martes, 24 de marzo de 2009
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